domingo, 11 de marzo de 2012

ASHTA=Ocho, ANGA= Rama, YOGA=Unión

La analogía de Patanjali es la imagen perfecta. Sabiduría y espiritualidad se desenvuelven de la misma manera en la que crece un árbol. La naturaleza es estable y gradual. Cada árbol en el bosque tiene la misma meta: crecer hacia la luz.

El sistema particular de yoga denominado Ashtanga deriva de las enseñanzas de K. Pattabhi Jois, y está basado en una secuencia especializada de posturas en técnicas de respiración centrada. Cuando es practicado de manera regular y consciente, el árbol descrito por Patanjali comienza a germinar.

Mediante la constancia en la práctica, nutrimos las ocho ramas. Reflexiones personales comienzan a manifestarse. Nos hacemos conscientes de lo que ponemos en nuestros cuerpos y de cómo interactuamos con el mundo a nuestro alrededor. De este tipo de introspección, las cualidades de disciplina ética, Yamas y Niyamas, comienzan a desarrollarse. Asanas y Pranayama crecen cuando aplicamos una respiración enfocada y consciente al practicar cada postura. Mientras mantenemos la mente fija en el sonido y la calidad de nuestra respiración, los sentidos se enfocan al interior y el elemento de Pratyahara se manifiesta... la sutil cualidad de la concentración se profundiza en la forma de Dharana. 


Con el tiempo, la práctica se vuelve más intensa y se desarrolla un poder de concentración más refinado que fortalece nuestra habilidad de permanecer presentes en el ahora. Entonces, la práctica crece para convertirse en una experiencia meditativa profunda y resonante conocida como Dhyana. En esta etapa, estamos creando un gran potencial para explorar los más finos rincones del yoga, conocidos como Samadhi, o Nirvana, en el que comprendemos la esencia pura de todo lo que existe.


El desarrollo de estas ramas no se da de manera lineal. Germinan en el momento adecuado. No hay manera de apresurar el crecimiento de un árbol. Se expandirá conforme madure nuestro entendimiento de las profundidades del yoga. La paciencia puede ser nuestra herramienta más valiosa para ayudarnos en nuestro viaje a través del camino del Ashtanga, que recorre todas las facetas de nuestra vida. El Ashtanga puede ser utilizado como un método para preservar una buena condición física o puede convertirse en un camino para explorar las sutiles profundidades de la espiritualidad. Sea cual sea nuestra finalidad, sólo hay un método para disfrutar de sus beneficios: Práctica!



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